LAS MOCEDADES DE GUARÍN Parte I
(La travesura no ayuda)
En una diminuta escuela ubicada un poco más acá o un poco más allá de donde venden empanadas, estudiaba un chiquillo llamado Guarín. Era de aspecto sencillo, mestizo y flaco. Un día, como todos los días, llegaba casi corriendo para entonar las gloriosas notas del himno nacional, cuya actividad nunca cumplía a cabalidad, porque estando en la fila, o pisoteaba al que estaba en frente o codeaba al que estaba detrás y se iniciaba aquella reyerta, incontrolable por sus maestros. Era el inicio de un día normal para Guarín, ensuciaba las paredes escribiendo insultos para los maestros y para sus compañeros de aula, cuando iba al baño, por cierto sin el permiso de su tutor, nunca bajaba la palanca de la poceta, golpeaba a sus compañeros de clases, casi por cualquier razón, o sin ésta; no le importaba decirle a la gente mayor cuatro o cinco groserías con tal de reírse de los demás. Ya casi nadie lo quería, todas las maestras querían librarse de él y visitaba más la dirección del plantel que la propia sub-directora. Pero ese día, dentro de su horario ordinario, cursaba la clase de INFORMÁTICA, que le gustaba mucho porque manejaba la computadora, pero decía entre dientes: -¡fuera fino si no estuviera la maestra esa, para jugar vice city en el cbit!
Cuando la profesora de informática pasaba la asistencia, Guarín imitaba las voces de sus compañeros y decía: ¡Presente! ¡Presente! ¡Presente! Y su lema era “molestar para que no lo molesten”. Afortunadamente la profesora tenía un plan para todos y en especial para Guarín: ¡divertirse con el procesador de texto de la computadora! Todos los alumnos sentados frente al computador seguían las instrucciones de la maestra y comenzaron a trabajar. Guarín como era muy intranquilo y travieso no comprendía la secuencia que debía seguir para realizar las actividades que estaban siendo indicadas y todos sus compañeros las realizaban correctamente. Esto causó gran frustración en él, que se molestó con todos y con la maestra, saliendo del aula sin permiso y corriendo. Una impertinente espuma producto de la limpieza de la señora Alicia hace resbalar al chiquillo de manera súbita y lamentable. La parte posterior de su cabeza fue víctima del sólido piso, causando la conmoción de todos.
¿Cómo se hubiese evitado este dolor con tan sólo prestar atención en clases?
Erick Klein Sanabria
En una diminuta escuela ubicada un poco más acá o un poco más allá de donde venden empanadas, estudiaba un chiquillo llamado Guarín. Era de aspecto sencillo, mestizo y flaco. Un día, como todos los días, llegaba casi corriendo para entonar las gloriosas notas del himno nacional, cuya actividad nunca cumplía a cabalidad, porque estando en la fila, o pisoteaba al que estaba en frente o codeaba al que estaba detrás y se iniciaba aquella reyerta, incontrolable por sus maestros. Era el inicio de un día normal para Guarín, ensuciaba las paredes escribiendo insultos para los maestros y para sus compañeros de aula, cuando iba al baño, por cierto sin el permiso de su tutor, nunca bajaba la palanca de la poceta, golpeaba a sus compañeros de clases, casi por cualquier razón, o sin ésta; no le importaba decirle a la gente mayor cuatro o cinco groserías con tal de reírse de los demás. Ya casi nadie lo quería, todas las maestras querían librarse de él y visitaba más la dirección del plantel que la propia sub-directora. Pero ese día, dentro de su horario ordinario, cursaba la clase de INFORMÁTICA, que le gustaba mucho porque manejaba la computadora, pero decía entre dientes: -¡fuera fino si no estuviera la maestra esa, para jugar vice city en el cbit!
Cuando la profesora de informática pasaba la asistencia, Guarín imitaba las voces de sus compañeros y decía: ¡Presente! ¡Presente! ¡Presente! Y su lema era “molestar para que no lo molesten”. Afortunadamente la profesora tenía un plan para todos y en especial para Guarín: ¡divertirse con el procesador de texto de la computadora! Todos los alumnos sentados frente al computador seguían las instrucciones de la maestra y comenzaron a trabajar. Guarín como era muy intranquilo y travieso no comprendía la secuencia que debía seguir para realizar las actividades que estaban siendo indicadas y todos sus compañeros las realizaban correctamente. Esto causó gran frustración en él, que se molestó con todos y con la maestra, saliendo del aula sin permiso y corriendo. Una impertinente espuma producto de la limpieza de la señora Alicia hace resbalar al chiquillo de manera súbita y lamentable. La parte posterior de su cabeza fue víctima del sólido piso, causando la conmoción de todos.
¿Cómo se hubiese evitado este dolor con tan sólo prestar atención en clases?
Erick Klein Sanabria
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